Una forma diferente de saber lo que está pasando.

Don Jacinto de Castro: Abogado, Masón y Presidente

En el sur de nuestra isla, Baní ha sido el lugar de origen de figuras destacadas que han dejado una huella indeleble en la historia de nuestro país. Entre ellos se encuentran el general Máximo Gómez, el presidente Manuel de Regla Mota y el presidente Francisco Gregorio Billini, por mencionar algunos. Dentro de estos, destaca un individuo que tuvo una extensa y prolífica vida pública, recordado por su papel en la independencia nacional, la fundación de la masonería dominicana y sus contribuciones literarias. Este es el vigésimo cuarto presidente de la República Dominicana: Don Jacinto del Rosario de Castro.

Jacinto nació el 15 de agosto de 1811 en Baní, hijo de Dolores Ana de Castro Urrutia. Su abuelo materno, Don Juan María de Castro Guzmán, era hijo de Don José de Castro y Doña Juana de Guzmán, ambos naturales de Hincha. Su abuela materna, Doña María Merced de Urrutia Fox, era natural de Cádiz, en el Reino de España, hija de los gaditanos Gonzalo de Urrutia y María de la Paz de Fox. Fue bautizado el 27 de agosto de 1811 en la Catedral Primada de América en Santo Domingo. Cabe destacar que Jacinto era hijo natural y, aunque los historiadores y genealogistas no han podido determinar quién fue su padre, el destacado genealogista banilejo Vetilio Manuel Valera Valdez sugiere que debió ser alguien de importancia en la época.

Se unió en matrimonio con su compueblana Manuela de la Concepción de Lara Suazo el 3 de junio de 1835, en la Catedral Nuestra Señora de Regla de Baní. Esta era hija de Don Juan Bautista de Lara Pérez y Doña Salomé Suazo Arias, ambos naturales de este pueblo. Este matrimonio procreó cuatro hijos: Apolinario, Juan Pablo, Teresa de Jesús y José María. Además, se conoce que tuvo nueve hijos extramatrimoniales con la señora Juana Francisca Mañón.

Jacinto fue miembro del movimiento patriótico que buscaba la separación definitiva de la República de Haití. Fue firmante del manifiesto del 16 de enero de 1844, considerado el acta de independencia dominicana, que establecía las causas de la separación de la isla y sirvió para la fundación de nuestra nación el 27 de febrero de 1844. Según apuntes del historiador banilejo Ismael Díaz Melo, era amigo del patricio Juan Pablo Duarte y organizó la resistencia banileja contra los haitianos. Díaz Melo también indica que Don Jacinto fue uno de los que proclamaron la independencia de la República en Azua y en San Juan. Además, ostentó el rango de General del Ejército Dominicano y es considerado uno de los banilejos más prominentes de la gesta independentista.

Luego de graduarse en Derecho en 1855, se convirtió en uno de los primeros abogados de Baní. Su destacada labor le granjeó el respeto y la credibilidad de los líderes políticos de la época, quienes acudían a él para consultas legales. Esto lo llevó a ocupar cargos públicos en diferentes administraciones gubernamentales. Es importante destacar que en 1861, inicialmente apoyó la anexión del país a España, como partidario del general Pedro Santana. Esto también ocurrió con otros próceres banilejos que habían luchado por la independencia nacional. Durante este período, fue nombrado Juez de la Real Audiencia de Santo Domingo.

Una parte central de la vida de este personaje fue la francmasonería. Se inició en un taller masónico bajo los auspicios del Gran Oriente de Haití durante la dominación haitiana y luego emergió como una figura fundamental en el desarrollo de esta institución en la República Dominicana tras la independencia. Jacinto es considerado el fundador de la masonería nacional junto con Tomás Bobadilla y Briones. Estos, junto a otros dominicanos, erigieron la primera obediencia masónica del país el 24 de octubre de 1858, bajo el nombre de Gran Logia Nacional. El primer taller de este oriente fue la logia Cuna de América #2, instalada el 9 de enero de 1859. Jacinto desempeñó el cargo de su primer venerable maestro.

Según el libro "La Masonería en Santo Domingo" de Haim López Peña, Jacinto participó en la fundación del Supremo Consejo Grado 33 de la República Dominicana, luego de gestiones del cubano Andrés Cassard con el general estadounidense Albert Pike, quien fungía como Soberano Gran Comendador del Rito Escocés en la Jurisdicción Sur. Este órgano fue fundado el 16 de febrero de 1861, y aquí Jacinto alcanzó la posición más alta en la masonería dominicana, como Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Grado 33 de la República Dominicana, desempeñando dicho cargo en diversas ocasiones durante los períodos 1875-1886, 1886-1891 y 1891-1896.

En el plano político, ocupó posiciones en su natal Baní como alcalde Constitucional en los periodos 1839 y 1841. Es relevante mencionar que su tío, José de Castro Urrutia, ocupó el cargo de primer alcalde constitucional de Baní en 1822, tras desempeñarse como Escribano del Valle de Baní. Jacinto, miembro del partido liberal o azul, ocupó también diversos cargos en la vida pública como Diputado en 1854, Fiscal de la Suprema Corte de Justicia en 1858 y Secretario en la Dirección General de Justicia e Instrucción Pública. Además, fue Ministro de Relaciones Exteriores, Ministro de Interior y Policía, Ministro de Hacienda y Comercio, y Ministro de Justicia e Instrucción Pública.

El 7 de septiembre de 1878, Ignacio María González Santín, quien ocupaba la presidencia de la República por quinta vez, sufrió un alzamiento por parte de la bancada liberal, luego de ordenar el arresto de Gregorio Luperón e incumplir una serie de pactos con otros sectores políticos. Conforme a la constitución, Jacinto, quien presidía la Suprema Corte de Justicia, ocupó temporalmente la presidencia, con la responsabilidad de convocar a elecciones para elegir al sustituto definitivo del presidente González.

Después de tan solo veintidós días en el cargo de presidente, el 29 de septiembre del mismo año, Jacinto de Castro presentó su renuncia a la presidencia de la República. Un consejo de secretarios de Estado asumió el control del país. Posteriormente, el 27 de febrero de 1879, después de unas elecciones generales, Cesáreo Guillermo y Bastardo, quien previamente había ocupado el cargo de Secretario de Estado de Interior y Policía en el gobierno anterior, fue elegido como nuevo presidente.

En conclusión, Don Jacinto de Castro falleció el 13 de diciembre de 1896 en Santo Domingo, a los 85 años. Su descendencia ha jugado un papel importante en los destinos de nuestra nación, su hijo Apolinar de Castro y Lara, quien inicialmente fue partidario de la anexión, se unió al bando restaurador al estallar la guerra de 1863, convirtiéndose en un activo valioso para este movimiento, contribuyendo con literatura propagandística y cimentándose en los anales de la historia como un héroe restaurador. Dentro de los descendientes del presidente de Castro se encuentran también el renombrado poeta Arturo Bautista Pellerano de Castro, las destacadas educadoras Eva y Luisa Ozema Pellerano, así como la filántropa Lea de Castro Gómez, entre otros que han aportado a la construcción de la nación.

Alfredo López
+ posts

Te puede interesar