martes, octubre 14, 2025
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Editoriales

El precio del poder

En la política, nada es gratis. Cuando un empresario “apoya” a un candidato, no lo hace por convicción, sino por cálculo. Es una inversión, y como toda inversión, espera su retorno. El cheque que se entrega en campaña no es una donación: es una factura adelantada. Y cuando el político llega al poder, esa deuda se cobra con contratos, exenciones, licitaciones a medida o silencios convenientes.

Así se pervierte el sentido del servicio público. El político ya no gobierna para el ciudadano, sino para el grupo que financió su ascenso. La lealtad se privatiza. La corrupción no empieza con un soborno en un sobre, sino con un aporte “legal” en tiempos de campaña. El empresario que busca influencia no ve un proyecto de país, ve una oportunidad de negocio. Y el político que acepta el dinero, deja de ser libre antes de ocupar el cargo.

De ahí nace un ciclo infernal: el político paga favores con poder, y el empresario reinvierte su ganancia en el siguiente candidato. Es un capitalismo de favores, un feudo moderno donde las urnas son solo la fachada de un intercambio continuo entre dinero y decisiones.

La democracia se vacía por dentro cuando el poder se convierte en mercancía. Porque un político endeudado con sus financistas no representa al pueblo, representa un interés. Y un pueblo que acepta esa lógica termina pagando con impuestos lo que otros cobran en privilegios.

Hasta que entendamos que el verdadero retorno debe ser hacia la sociedad, seguiremos eligiendo deudores disfrazados de líderes.

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