Elon Musk ha vuelto a encender Starlink en Irán. Este fin de semana, el fundador de SpaceX anunció la reactivación de su servicio de internet por satélite, respondiendo al tuit del comentarista de Fox News, Mark Levin, con el mensaje: "The beams are on" ("Los haces están encendidos"). Levin había pedido públicamente a Musk que activara Starlink para ofrecer a los iraníes acceso a internet no controlado por el gobierno, después de que Teherán restringiera la conectividad nacional por motivos de seguridad.
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No es la primera vez que Musk activa Starlink en Irán para apoyar a la población durante una crisis. El servicio ya estuvo disponible en 2022, durante las protestas por la muerte de Mahsa Amini, y luego se suspendió. La nueva activación se produce tras los ataques militares israelíes del 13 de junio contra instalaciones nucleares iraníes, que llevaron al gobierno de Teherán a imponer restricciones temporales al acceso nacional a internet. Según la organización NetBlocks, que vigila la libertad digital en el mundo, estas restricciones han provocado una reducción de cerca del 50% en el tráfico internacional de internet desde Irán. El régimen adoptó esta estrategia para impedir la difusión de información sobre los daños militares sufridos y prevenir posibles protestas de la población contra el gobierno. Sin embargo, el uso práctico de Starlink por parte de los ciudadanos iraníes presenta importantes obstáculos.
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La ventaja de Starlink
La llegada de Starlink a países con fuertes restricciones digitales cambia radicalmente la forma en que los gobiernos pueden controlar el acceso a internet. Mediante una red descentralizada de miles de satélites de órbita baja, los terminales se conectan directamente al espacio, eludiendo las infraestructuras nacionales, que son fáciles de controlar o desconectar. Este nuevo modelo otorga a los propietarios y operadores de la red un poder sin precedentes para determinar el acceso a la información, lo que supone un auténtico desafío para los regímenes autoritarios.
De hecho, para contrarrestar Starlink, un gobierno tendría que adoptar costosas y complejas tecnologías de interferencia electrónica, con el riesgo de afectar otros servicios civiles por satélite y generar tensiones diplomáticas. Además, la movilidad continua de los satélites y la capacidad de los terminales para conectarse automáticamente a distintas unidades hacen que el sistema sea especialmente resistente. Por estas razones, Starlink se considera un sistema estratégico en contextos de conflicto y una amenaza real para regímenes como el iraní. Sin embargo, a pesar de este potencial tecnológico, la adopción real de Starlink en Irán se ve limitada por una serie de obstáculos prácticos, económicos y legales que reducen su difusión entre la población, convirtiendo así la intervención de Musk más en un gesto simbólico de apoyo a la oposición que en una solución inmediata para garantizar la libertad de información en el país.
Los obstáculos prácticos para los usuarios iraníes
El primer obstáculo se refiere a la adquisición de terminales. Los dispositivos tienen que introducirse de contrabando en el país, principalmente a través de las regiones fronterizas, ya que su importación es ilegal. Activistas y grupos de la oposición en el exilio confirman que, durante las protestas de 2022, algunos terminales entraron en el país, pero en cantidades muy limitadas.
El segundo obstáculo es económico. Un terminal Starlink cuesta oficialmente 250 dólares en Estados Unidos, pero en el mercado negro iraní los precios oscilan entre 700 y 2,000 dólares, debido a los riesgos y dificultades del contrabando. Además, la suscripción mensual cuesta 110 dólares, una cifra prohibitiva, teniendo en cuenta que el salario medio en Irán ronda los 200 dólares al mes. Para reducir costos, algunos hogares comparten un único dispositivo entre varias viviendas del mismo edificio, una estrategia que ha elevado a más de 100,000 el número total de usuarios estimados.
Y el tercero, y probablemente el más grave, son los riesgos legales. El gobierno iraní considera el uso de sistemas de satélite no autorizados como actividad de espionaje, un delito castigado con arresto y cárcel. Las fuerzas de seguridad realizan controles sistemáticos y han intensificado las incautaciones de terminales, deteniendo periódicamente a quienes se encuentran en posesión de estos dispositivos. Irán está clasificado por Freedom House como el tercer país más restrictivo del mundo en materia de internet, con bloqueos sistemáticos de plataformas como Instagram, Telegram y X, así como severos castigos para quienes intentan burlar la censura digital.
A esto se suman las complicaciones legales para la propia Starlink. La empresa está controlada por SpaceX, una compañía estadounidense sujeta a la legislación de Estados Unidos. Las sanciones económicas impuestas por Washington prohíben a las empresas estadounidenses operar en Irán sin autorizaciones específicas. En 2022, la administración estadounidense suavizó temporalmente algunas restricciones a los servicios de internet para apoyar a los manifestantes, pero el marco regulador sigue siendo fluido y depende en gran medida de la evolución de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.
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