Vivimos en la era de la inmediatez, donde las redes sociales nos bombardean con imágenes de vidas perfectas: el que se graduó joven, el que tiene el negocio exitoso, la familia soñada, los viajes constantes. Y sin darnos cuenta, comenzamos a compararnos, a presionarnos, a sentir que vamos tarde.
Pero no existe un solo camino, ni un solo reloj. Cada quien tiene su tiempo.
Quizás estás terminando la universidad a los 30, mientras otros ya tienen hijos. Quizás estás empezando un proyecto que aún no da frutos, mientras ves a otros celebrando éxitos. Y todo eso está bien. No hay un molde único. El éxito no es una carrera contra el otro, es un trayecto contigo mismo.
El llamado “éxito de la noche a la mañana” es, en realidad, el resultado de años de esfuerzo silencioso, de caídas, aprendizajes, dudas y perseverancia. Lo que el mundo ve como logro repentino, tú sabes que fue siembra larga.
Por eso, sé paciente contigo. No te castigues si no estás donde crees que deberías estar. Lo importante es seguir avanzando, incluso si los resultados aún no se ven. La constancia, la disciplina y la fe en tu camino valen más que la aprobación ajena.
No vivas para las apariencias, vive para tu propósito. Sigue sembrando. Sigue creyendo. Tu momento llega. Siempre llega.
Y cuando llegue, sabrás que todo valió la pena.
Somos EL TESTIGO. Una forma diferente de saber lo que está pasando. Somos noticias, realidades, y todo lo que ocurre entre ambos.
Todo lo vemos, por eso vinimos aquí para contarlo.