Cuando pensamos en la salud de los niños, solemos imaginar un calendario de vacunas al día, meriendas balanceadas, chequeos médicos regulares y muchas horas de juego al aire libre.
Pero hay un aspecto menos visible —y, sin embargo, esencial— que a menudo pasa desapercibido: la salud intestinal.
La Dra. Astrid Díaz, directora médica de Consumer Health Centroamérica y el Caribe en Bayer, explica que en el intestino de cada niño habita una comunidad fascinante de microorganismos conocida como microbiota, formada principalmente por bacterias, pero también por virus y hongos.

“Estos pequeños aliados no solo ayudan a digerir los alimentos”, señala, “también fortalecen el sistema inmunológico, protegen frente a patógenos y pueden influir incluso en el desarrollo emocional y neurológico”.
Cuando ese equilibrio se altera —una condición conocida como disbiosis— pueden aparecer infecciones recurrentes, alergias, menor respuesta inmune e incluso cambios en el estado de ánimo o la concentración.
El error más común: recurrir al antibiótico
Durante la infancia, uno de los trastornos más frecuentes es la diarrea aguda. Aunque muchas veces tiene origen viral y se resuelve sola, el impulso de los padres suele ser pedir un antibiótico.
“Esa decisión, aunque bien intencionada, puede tener efectos no deseados”, explica la doctora Díaz. “Los antibióticos alteran la microbiota intestinal y pueden prolongar la recuperación. Además, su uso innecesario contribuye al grave problema de la resistencia a los antimicrobianos”.
Una mirada más moderna a la pediatría
Hoy, la tendencia en la pediatría moderna apunta a restaurar el equilibrio intestinal en lugar de alterarlo. En este contexto, los probióticos clínicamente respaldados se han convertido en una herramienta valiosa.
Cepas específicas —como la LGG, ampliamente estudiada— pueden ayudar a reducir la duración de la diarrea, prevenir complicaciones y apoyar la salud digestiva a mediano y largo plazo.
“Cada vez contamos con más evidencia científica que respalda el uso de probióticos como apoyo en la salud infantil”, comenta la Dra. Díaz. “No se trata solo de aliviar un síntoma, sino de cuidar la base misma de la salud: el intestino”.
Decisiones pequeñas, grandes resultados

Para la especialista, los padres juegan un papel decisivo. Muchas veces, por miedo o desinformación, se toman decisiones rápidas que no siempre son las más adecuadas. La clave está en informarse, consultar al pediatra y optar por soluciones basadas en evidencia.
Cuidar la salud digestiva no significa solo evitar malestares momentáneos. Es fortalecer el sistema inmune, apoyar el crecimiento y preparar al organismo para responder mejor ante enfermedades futuras.
Una microbiota equilibrada hoy puede marcar la diferencia en cómo un niño enfrenta los virus del mañana, reacciona a las vacunas o se siente en su día a día.
Porque, al final, la salud no siempre empieza con una vacuna o un jarabe. A veces empieza en el intestino, con esas diminutas bacterias buenas que trabajan silenciosamente por el bienestar de tus hijos.
Y como recuerda la Dra. Díaz, “las grandes transformaciones en la salud infantil comienzan con pequeñas decisiones… y muchas de ellas suceden desde adentro”.
Fuente: Diario Libre
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