miércoles, octubre 15, 2025
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Editoriales

El mejor cliente de la política

Mientras la política siga oliendo a dinero, el crimen organizado no tendrá que esconderse: bastará con vestirse de empresario, financiar campañas y esperar su turno para cobrar. No es infiltración. Es simbiosis. Un abrazo frío entre el que quiere poder y el que quiere impunidad. Un pacto tan eficaz que ni siquiera necesita palabras.

La democracia no muere a tiros. Muere con cheques, cenas discretas y promesas susurradas. Muere cuando un candidato no le debe nada al pueblo, pero sí a quienes le pagaron la tarima, la publicidad y el silencio. Muere cuando el Estado deja de ser árbitro y se convierte en socio.

Por eso el crimen organizado no necesita irrumpir por la fuerza. Se sienta en la mesa, financia la campaña, reparte favores y, cuando llega el momento, dicta la agenda. El político electo no gobierna: administra una deuda. Y las deudas con criminales no se pagan con cheques… se pagan con poder.

Aquí el dinero no solo compra elecciones, compra voluntades, compra leyes, compra impunidad. Y cuando la política está hipotecada, las instituciones no defienden a la gente: defienden a los inversionistas.

Mientras el poder se venda como un producto, el crimen será su mejor cliente. Porque en este país —y en muchos otros— el narco no necesita un golpe de Estado: le basta con financiarlo.

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