jueves, octubre 23, 2025
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Editoriales

Las operaciones de información

La información es hoy lo que alguna vez fue el petróleo: el bien más codiciado, el que mueve engranajes de poder, de mercados y de sociedades enteras. Quien controla la información, controla el ritmo de los acontecimientos. Y en esta era hiperconectada, ya no son unos pocos quienes la distribuyen: ahora la audiencia también es emisora, multiplicando mensajes, narrativas y percepciones con una facilidad que hubiera sido impensable hace apenas dos décadas.

La democratización de los medios también transformó la información en un campo de batalla. Lo que antes se cocinaba en salas de redacción hoy se gesta en chats, cuentas anónimas, grupos cerrados y estrategias finamente diseñadas. Ahí operan los arquitectos de la manipulación: se siembra una duda, se lanza una campaña para destruir a un contrincante, se filtra una verdad a medias y se arma una guerra de información. No se trata solo de ganar una narrativa: se trata de inclinar el poder hacia un lado, moldear decisiones políticas, empresariales o sociales a favor de intereses muy particulares.

Y todo ocurre sin que muchos lo noten, bajo la máscara de la libertad de expresión. Pero libertad no es licencia para mentir, manipular ni destruir. La información —como todo recurso vital— exige responsabilidad. Porque cuando el discurso público se intoxica con operaciones disfrazadas de “opinión”, la democracia se vuelve un tablero fácil de mover desde las sombras. El desafío no es censurar; es desnudar la mentira, proteger la verdad y recordar que en esta guerra invisible, quien no verifica termina sirviendo a intereses que ni siquiera conoce.

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