Con una guitarra en mano, una voz llena de sinceridad y un alma bohemia que parece haber vivido más de lo que sus 24 años permiten, Ezequiel Nicora subió al escenario de Dominicana’s Got Talent decidido a compartir lo más íntimo de su corazón: su música.
- Su interpretación fue un viaje emocional. Le cantó a la resiliencia, a los tropiezos que enseñan y a la esperanza que nunca muere. Con su canción, logró lo impensable: hizo llorar, reír y reflexionar al público y a los jueces, todo en la misma nota. “Esa canción sanó hasta las plantas del set”, comentó uno de ellos entre aplausos.
El joven cantautor, oriundo de Santo Domingo, decidió dejarlo todo y mudarse a Punta Cana para buscar su sueño artístico. “Desde el momento que salí de mi casa, me dije que no había vuelta atrás. Ya sea cantando, componiendo o tocando, lo mío es la música”, contó emocionado.
Su audición en DGT fue su tercera oportunidad en el programa, y esta vez, el destino le sonrió. Con una propuesta honesta y una letra poderosa, conquistó al jurado, que le otorgó los cuatro “sí” y el pase directo a la siguiente etapa.
“Vine a Dominicana’s Got Talent porque es la tercera vez que intento entrar. Gracias a Dios esta vez se me abrieron las puertas. Estoy aquí para compartir mi música con el mundo”, dijo a Diario Libre, con una mezcla de humildad y determinación.
Para Ezequiel, la música no es solo un oficio: es un idioma del alma.
“La música para mí es un lenguaje imposible de explicar. Trasciende las palabras. Hay cosas que no puedo decir con la voz, pero que puedo cantar. Es la forma que tengo de liberar lo que llevo dentro”.
- Creció rodeado de melodías. Su madre tocaba el piano, su padre la guitarra, y los viajes en carro estaban acompañados por las canciones de Ricardo Arjona. “Desde niño supe que esto era lo mío”, recuerda. “A los ocho empecé a tomar clases de guitarra, luego de canto y piano. Llega un momento en que entiendes que ya no puedes huir de lo que eres”.
Aunque su estilo se aleja de lo que suele dominar el mercado local, Ezequiel apuesta por la autenticidad.
“Por mucho tiempo tuve miedo de compartir mi música porque sentía que no era lo que se escucha aquí. Pero ya no. Tengo fe en que puede tocar el corazón de quien necesite escucharla”.
Define su sonido como una mezcla de balada, pop rock e indie, géneros que, asegura, “están resurgiendo con fuerza” y que conectan con una audiencia que busca letras con contenido.
Durante su presentación, se vivió un momento especialmente emotivo: mientras cantaba, su madre apareció por sorpresa en el escenario, desatando lágrimas y aplausos del público. Fue el abrazo de una historia que apenas comienza, pero que ya promete dejar huella.
¿Y qué haría si gana el concurso?
Ezequiel lo tiene claro: “Usaría el premio para seguir aprendiendo, estudiar más, mejorar mi arte. También me gustaría poder retribuirle a mis padres algo de todo lo que han hecho por mí. Han hecho sacrificios inmensos, y aunque no hay dinero que lo pague, quiero darles ese orgullo”.
Con su voz, Ezequiel contó su historia. Una historia que resonó. Porque cuando el arte es auténtico, no se escucha; se siente.
Fuente: Diario Libre
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