La trágica muerte de Yennely Duarte Hilario a manos de su pareja o expareja Ammy Hiraldo es solo el comienzo de una realidad que ha sido ignorada: la violencia intragénero. Esta forma de violencia, al igual que la que ocurre en relaciones heterosexuales, busca controlar y dominar a la víctima hasta alcanzar su sumisión total. La relación de poder en estos casos causa consecuencias emocionales, psicológicas y físicas similares a las de la violencia masculina que ha sido ampliamente estudiada.
Ammy Hiraldo ha admitido ser la responsable de un crimen que todavía no tiene nombre. Mientras espera un juicio que se puede prolongar, ella y Yennely perderán interés público. El caso conservará un carácter episódico en la opinión pública, con especulaciones sobre los motivos del crimen y la brutalidad de la ejecución, a menudo con un tono morboso.
La recreación de los eventos previos al crimen sugiere la idea de la singularidad del acto, como si la noche en que ocurrió careciera de antecedentes. La confesión de la asesina sobre el rechazo de Yennely podría ser tanto una coartada como una expresión de desesperación que llevó a un acto extremo. Esto deja entrever una situación de violencia que no empezó con el crimen, sino que se fue gestando en el tiempo.
Antes de llegar al crimen, probablemente hubo amenazas, discusiones, lágrimas, promesas y perdones entre ellas. La reproducción constante de este ciclo de violencia deja a las víctimas sin salida clara.
En el interrogatorio, Ammy sugiere que Yennely era dueña del arma homicida, lo que podría interpretarse como una justificación de defensa propia. Sin embargo, también hay indicios de planificación del crimen, que serán analizados por los tribunales de justicia.
La violencia intragénero es una realidad invisible que apenas se menciona. La homosexualidad y el lesbianismo siguen siendo tabúes que generan vergüenza y silencio en las víctimas de esta violencia. La falta de estadísticas y estudios académicos sobre este tema demuestra la falta de atención que recibe en comparación con la violencia de género heterosexual.
A pesar de todo, activistas y estudiosos concuerdan en que las relaciones del mismo sexo no eliminan las jerarquías de poder basadas en la heteronormatividad. Estudios en España han revelado altos porcentajes de violencia intragénero tanto en hombres homosexuales como en mujeres lesbianas.
La relación entre Ammy y Yennely era una aparente historia de felicidad juvenil que ocultaba una realidad tóxica. El crimen no fue un acto impulsivo, sino el clímax de un proceso de violencia entre ellas que finalmente explotó el 26 de marzo.
Entender este crimen va más allá de la culpabilidad individual de Ammy; es un problema que la sociedad, las autoridades y la comunidad LGTBIQ+ deben abordar sin hipocresía.
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