miércoles, octubre 15, 2025
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Editoriales

El fuego de la negligencia

La Villa Doña Emilia en Monte Cristi no fue arrasada solo por un incendio. Lo que se quemó entre esas paredes centenarias fue la memoria de una nación incapaz de proteger su historia. Porque lo cierto es que el fuego llegó después: lo primero que consumió a la villa fue el abandono del Estado.

Durante décadas, esta joya patrimonial quedó reducida a un cascarón en ruinas. Ningún gobierno asumió el deber de preservarla, ninguno destinó recursos para restaurarla, ninguno entendió que defender el patrimonio es defender la identidad. Y así, el tiempo hizo lo que siempre hace con lo que no se cuida: lo dejó a merced de la desgracia.

El incendio no es accidente aislado, es la consecuencia natural de un país donde la protección cultural nunca ha sido prioridad estatal. Se levantan carreteras, torres y plazas comerciales, pero la historia queda huérfana. El Estado se acuerda del patrimonio cuando ya no existe, cuando solo quedan fotos viejas y discursos de lamento.

La Villa Doña Emilia arde como símbolo de esa negligencia. No se trata solo de Monte Cristi: mañana será otra casa, otra estación, otra edificación con valor histórico. Porque el verdadero combustible de estas pérdidas no es la chispa, sino la irresponsabilidad del Estado que nunca planifica, nunca protege y siempre llega tarde.

Hoy lloramos las cenizas, pero lo que realmente duele es saber que el incendio pudo evitarse. Y mientras el Estado siga mirando hacia otro lado, nuestra memoria seguirá reduciéndose a humo.

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