Cuando el deseo se convierte en necesidad, el mercado escucha y responde. Primero el deseo: aquellas personas que desean ser programadores estudian una carrera en el ámbito de la computación. Desde hace décadas, los jóvenes que han buscado alguna ingeniería en, digamos, sistemas computacionales, en software o en tecnologías de la información, generalmente lo hacen porque han desarrollado un gusto por la informática, la innovación tecnológica, la cultura digital, inclinaciones que incluso pasaron a formar parte de un estereotipo. Cuando piensas en un experto en computación en la década de los ochenta o noventa, ¿qué viene primero a la mente? Así es.
Pero así como el internet pasó de ser terreno exclusivo de los nerds a ser adoptado por las masas hace un par de décadas, el mercado laboral en el sector tecnológico también ha evolucionado y hoy encontramos más diversidad que nunca. Una contadora que se convierte en analista de producto; un diseñador gráfico que pasa a ser ingeniero de software; un almacenista que ahora trabaja como diseñador UX desde su casa. El estereotipo se ha desmoronado.
Es de notar que este cambio de carrera generalmente no se da tanto por gusto, sino tiende más bien a obedecer una necesidad. Por un lado, empleos que se vuelven obsoletos y desaparecen, pero del otro lado, surgen nuevas oportunidades que hace 10 años no existían. Imagina a un ejecutivo de ventas que fue despedido en la más reciente restructuración de su empresa: no tiene empleo, y la mayoría de vacantes que aparecen en las bolsas de trabajo son del sector tech. ¿Qué se puede hacer? Ya no hay tiempo para regresar a la escuela y estudiar una nueva carrera, pero tal vez sea posible desarrollar esas nuevas habilidades que piden y hacerlo de manera rápida. El mercado ofrece una respuesta: Suscríbete a un bootcamp.
¿Qué es un bootcamp?
Bootcamp parece ser un término trendy para lo que antes se anunciaba como un taller intensivo de formación continua. Puede sonar pretencioso, pero, como formato educativo, se ajusta a la imagen de un campo de entrenamiento militar: llegas como un cualquiera y, en cuestión de unas semanas, sales convertido en un marine. No es fácil, exige mucho esfuerzo y compromiso, pero la transformación final es evidente. En el contexto de la educación tecnológica (ed tech), eso es lo que promete un bootcamp, la formación de una persona para que cuente con las aptitudes necesarias para desempeñarse en el sector tecnológico, y entre más rápido, mejor.
“Si ustedes lo piensan así, las especialidades en tecnología son más oficios que profesiones”, dice Santiago Durán Mejía, director de Marketing y Comunicación de TripleTen. “O sea, yo puedo llegar a ser un data analyst sin ser ingeniero; para ser ingeniero completo, yo tuve que haber tomado Cálculo 1, Cálculo 2, Física, y realmente, data analyst, son dos o tres programas muy específicos y todo una lógica estructural de solución de problemas a partir de datos”.
TripleTen es una de las nuevas propuestas en formación tecnológica que apuesta por el bootcamp para atender la creciente demanda de empresas tecnológicas que buscan perfiles bien preparados. El problema es la escasez de candidatos. “De hecho, lo que está subdesarrollado en Latinoamérica es la madurez de la demanda”, señala Durán Mejía en un encuentro con medios, entre estos, WIRED en Español. “Nuestros profesionales no saben que tienen esta oportunidad todavía, nuestros jóvenes estudiantes no saben que tienen esta oportunidad, que salir y encontrar un trabajo en tecnología hoy puede ser más fácil que encontrar un trabajo en un bufete de abogados, o un trabajo administrativo, no lo saben todavía”.
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