Durante una conferencia sobre beneficios celebrada este verano, Mark Zuckerberg, CEO de Meta, hizo una ambiciosa afirmación sobre el futuro de las gafas inteligentes: cree que, algún día, las personas que no usen gafas inteligentes con IA, idealmente las de su compañía, se encontrarán en una "desventaja cognitiva bastante significativa" en comparación con quienes sí las utilicen.
Sin embargo, el último intento de Meta por demostrar la capacidad de su plataforma de computación facial para mejorar la vida humana no contribuyó a reforzar ese argumento.
Durante su discurso en la conferencia de desarrolladores Connect, Zuckerberg presentó una demostración de las nuevas gafas inteligentes recién anunciadas. La presentación fracasó de inmediato: cuando un chef subió al escenario para pedirle al asistente de voz de las gafas Meta que lo guiara en una receta, pronunció la palabra de activación "Hey Meta", y todas las gafas presentes en la sala se activaron simultáneamente, comenzando a hablar al unísono.
En un Reel de Instagram publicado tras el evento, Andrew Bosworth, director de tecnología de Meta, explicó que el contratiempo se debió a que tantas instancias de la IA de Meta funcionando en un mismo lugar habían provocado una saturación del servidor. Sin embargo, también falló una demostración por videollamada, y las que sí funcionaron estuvieron plagadas de retrasos e interrupciones.
Esto no pretende ser simplemente una crítica a la presentación de Connect. En realidad, nos gustan las demostraciones en vivo, pero la torpeza, los intercambios forzados, las órdenes repetidas y las conversaciones rígidas reflejan, sin querer, lo limitada que puede ser esta tecnología en el mundo real.
"Para mí, el principal problema es la cantidad de veces que te pones en contacto con un asistente de IA, le pides que haga algo y no lo entiende. El riesgo de fracaso es alto, y la brecha entre lo que se muestra y lo que realmente se va a conseguir sigue siendo bastante grande", afirma Leo Gebbie, director y analista de CCS Insight.
Los ojos del mundo
Está claro que estamos muy lejos de la visión de Zuckerberg de que las gafas inteligentes sean la plataforma informática que eleve a la humanidad a un estado superior de pensamiento y funcionamiento. Por supuesto, llevar un hardware conectado a internet en la cara puede facilitar y agilizar el acceso a la información, y eso puede ayudar a ser, o al menos a parecer, más inteligente o más capaz. Pero como demostró públicamente la torpeza de la demostración de Connect, el simple hecho de llevar un chatbot y una pantalla en la cara puede anular cualquier ventaja cognitiva. Las gafas inteligentes colocan al usuario en una situación de desventaja social significativa.
Las de Meta son las mejores gafas inteligentes que vas a poder comprar ahora mismo. Están mucho más de moda que los intentos anteriores, como las famosas Google Glass, y la asociación de Meta con EssilorLuxottica, propietaria de Ray-Ban y Oakley, ha favorecido el aspecto visual de sus productos. Los nuevos modelos Meta Gen 2 de Ray-Ban se parecen mucho a unas gafas normales. Pero una vez que empiezas a añadir más funciones de mejora de la cognición, empiezas a engordar. Fíjate en lo pesadas que son las pantallas Meta de Ray-Ban: puedes ver Instagram Reels en ellas, pero son grandes, gruesas y de aspecto ridículo.
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