 ha señalado la creciente tendencia a la dolarización en la renta y venta de inmuebles en Santo Domingo. Esta práctica busca mitigar la volatilidad del tipo de cambio y protegerse de la inflación y devaluación del peso dominicano. Sin embargo, esto genera incertidumbre para inquilinos y compradores, subrayando la necesidad de un marco normativo claro. El sector de la construcción confirma que, aunque la economía dominicana no está oficialmente dolarizada, los precios de viviendas en zonas urbanas y turísticas se cotizan en dólares. Esto obliga a los inquilinos a buscar opciones más alejadas del centro. Por ejemplo, un apartamento en Evaristo Morales que costaba RD$4.2 millones en 2020 ahora vale casi el doble. Acoprovi insiste en la aprobación del Proyecto de Ley de Alquileres y Desahucios para establecer reglas claras y equitativas, proporcionando seguridad jurídica a propietarios e inquilinos. Esta legislación es crucial para fortalecer el acceso a la vivienda y garantizar la transparencia en las transacciones. El agente inmobiliario Javier Jiménez explica que fijar precios en dólares es una forma de protegerse ante la depreciación del peso. Según la Ley Monetaria y Financiera 183-02, no hay prohibición para estipular precios en moneda extranjera. Mélido Marte, experto inmobiliario, sugiere establecer criterios rigurosos para garantizar la transparencia y seguridad en los proyectos inmobiliarios, proponiendo un Fideicomiso de Recaudo Obligatorio y certificación de proyectos. El economista Luis Vargas destaca que la canasta de consumo familiar supera los ingresos laborales, y el componente del alquiler está bajo presión alcista debido a la concentración poblacional en el Gran Santo Domingo. La oferta de viviendas es mínima frente a la demanda, haciendo que alquilar en zonas céntricas sea un lujo inaccesible. Los precios de alquiler, que antes eran de RD$30,000, ahora superan los RD$45,000, obligando a muchas familias a mudarse lejos del centro, lo que genera un impacto social preocupante. Fuente: Listín Diario){kind=link}
La Asociación Dominicana de Constructores y Promotores de Viviendas (Acoprovi) ha señalado la creciente tendencia a la dolarización en la renta y venta de inmuebles en Santo Domingo. Esta práctica busca mitigar la volatilidad del tipo de cambio y protegerse de la inflación y devaluación del peso dominicano. Sin embargo, esto genera incertidumbre para inquilinos y compradores, subrayando la necesidad de un marco normativo claro.
El sector de la construcción confirma que, aunque la economía dominicana no está oficialmente dolarizada, los precios de viviendas en zonas urbanas y turísticas se cotizan en dólares. Esto obliga a los inquilinos a buscar opciones más alejadas del centro. Por ejemplo, un apartamento en Evaristo Morales que costaba RD$4.2 millones en 2020 ahora vale casi el doble.
Acoprovi insiste en la aprobación del Proyecto de Ley de Alquileres y Desahucios para establecer reglas claras y equitativas, proporcionando seguridad jurídica a propietarios e inquilinos. Esta legislación es crucial para fortalecer el acceso a la vivienda y garantizar la transparencia en las transacciones.
El agente inmobiliario Javier Jiménez explica que fijar precios en dólares es una forma de protegerse ante la depreciación del peso. Según la Ley Monetaria y Financiera 183-02, no hay prohibición para estipular precios en moneda extranjera. Mélido Marte, experto inmobiliario, sugiere establecer criterios rigurosos para garantizar la transparencia y seguridad en los proyectos inmobiliarios, proponiendo un Fideicomiso de Recaudo Obligatorio y certificación de proyectos.
El economista Luis Vargas destaca que la canasta de consumo familiar supera los ingresos laborales, y el componente del alquiler está bajo presión alcista debido a la concentración poblacional en el Gran Santo Domingo. La oferta de viviendas es mínima frente a la demanda, haciendo que alquilar en zonas céntricas sea un lujo inaccesible. Los precios de alquiler, que antes eran de RD$30,000, ahora superan los RD$45,000, obligando a muchas familias a mudarse lejos del centro, lo que genera un impacto social preocupante.
Fuente: Listín Diario
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