martes, julio 22, 2025
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Editoriales

Gobierno de reacción, no de prevención

Uno de los principales males que desgasta la credibilidad de este gobierno es su tendencia a gobernar desde la reacción, no desde la prevención. Más que un plan estratégico, lo que parece guiar las decisiones estatales es el manejo de crisis improvisadas, como si lo urgente anulara siempre lo importante.

El caso reciente del Jardín Botánico lo ilustra a la perfección. Un túnel, una ampliación vial… todo puede ser debatible. Pero ¿por qué permitir que la ciudadanía se entere por rumores, filtraciones o fotos aéreas? ¿Por qué dejar que el pánico se apodere de la opinión pública antes de comunicar con transparencia los verdaderos alcances del proyecto? Si había una intención legítima —y no una amenaza real de destruir área verde— ¿por qué no explicar el plan antes de que el escándalo se encendiera?

Este patrón no es nuevo. En múltiples ocasiones, el gobierno ha esperado que la indignación ciudadana explote para entonces dar explicaciones a medias o recular a última hora. Así pasó con proyectos urbanos, decisiones sanitarias, y políticas económicas. No es que siempre se actúe mal, es que se comunica mal, tarde y con sospechosa falta de previsión.

En una democracia, la confianza se construye con claridad, no con silencios. Gobernar no es simplemente apagar fuegos, sino anticiparlos. Si todo se reduce a crisis y control de daños, el mensaje que recibe la gente es claro: están improvisando.

Y un gobierno que improvisa, pierde legitimidad. Porque cuando la prevención se abandona y la reacción se convierte en norma, lo que se erosiona no es solo un jardín: es la confianza de todo un país.

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