En las bases de la Bienal se establece que cada artista debe someter a concurso:
- Currículum.
- Resumen actualizado de la biografía del autor en formato Word editable.
- Foto personal reciente.
- Copia de la cédula de identidad de cada participante (en caso de ser un colectivo).
- Foto o imagen de alta calidad de la(s) obra(s) a exhibir.
- Ficha técnica de la(s) obra(s), con descripción conceptual de no más de 500 palabras.
Asimismo, las bases indican expresamente lo siguiente:
“El equipo técnico del Museo de Arte Moderno, una vez realizado el análisis técnico de la(s) obra(s) al momento de su registro, se reserva el derecho de considerar la inclusión o no de las mismas si no cumplen con los requerimientos dispuestos en las bases.”
De este mandato se desprende con claridad la existencia de una doble responsabilidad:
- Del artista, al presentar una propuesta que cumpla con las condiciones de admisión.
- Del equipo técnico del MAM, al realizar el análisis correspondiente y decidir su inclusión o rechazo conforme a los requerimientos.
En este sentido, resulta evidente que una palma natural es un organismo vivo, creado por la naturaleza, y no una obra en el sentido previsto en la Ley 65-00 sobre Derecho de Autor, que exige la originalidad y el carácter creativo del autor como presupuesto esencial.
Por tanto, la admisión y posterior premiación de dicha propuesta, aunque simbólicamente potente, contraviene de manera directa las bases del certamen. Ello no constituye un mérito del artista —que actuó con libertad al presentar su proyecto—, sino una omisión institucional al momento de aplicar el filtro técnico y, posteriormente, una desatención del jurado al no reconocer este límite normativo.
El fortalecimiento de nuestras instituciones culturales exige actuar con firmeza y claridad. Cancelar el premio otorgado a esta pieza no es un acto de censura ni de desprecio a la creación, sino un ejercicio de coherencia y respeto a las normas que garantizan la transparencia y la credibilidad del certamen.
La Bienal no puede sentar el precedente de premiar lo que sus propias bases declaran inadmisible. Rectificar ahora es proteger al Museo de Arte Moderno, a la Bienal misma y a la comunidad artística. Y, sobre todo, es preservar el prestigio de un país que merece instituciones sólidas, confiables y justas.