Un mundo en llamas
Las calles de nuestra ciudad están que arden: embotellamientos tortuosos, conductores irritados, y el tráfico colapsado, en el trabajo ni se diga, el incendio es constante al punto de que muchos de nuestros compañeros están “burnout”, las redes sociales, parecen todo un bosque que se devora a sí mismo con cada comentario malsano y lleno de odio, y a todo eso hay que sumarles los otros fuegos que tenemos en nuestro hogar o en la comunidad dónde residimos. Bomberos en las calles, bomberos en el trabajo, bomberos en el hogar, apagando fuegos todos los días, parecería que estamos metidos en un bucle interminable, en donde nuestras vidas se vuelven cenizas ante la tiranía de lo urgente.
Cuando lo importante se vuelve invisible
Visitamos al médico, no fruto de la prevención, sino por una enfermedad, o malestar, para luego quejarnos de las pastillas ¿Es que ni siquiera estamos escuchando a nuestro cuerpo? Nos damos cuenta de que nuestros hijos están teniendo problemas académicos al recibir la nota o ante la queja de los profesores, pero estamos muy cansados como para sacar tiempo para saber cómo les fue a lo largo del período escolar. Sobre esto que describo, Herbert Marcuse decía: “La reactividad limita el pensamiento crítico. El sujeto se adapta a las demandas del sistema sin imaginar alternativas, como un bombero que solo sabe apagar fuegos, no evitar que la sociedad los provoque”.
Estamos tan metidos en lo urgente que lo importante parece ser invisible a nuestros sentidos, lo cual hace que sea muy peligroso en todos los aspectos de nuestras vidas. Lo peor de todos esos escenarios antes descritos, es el hecho de que, viviendo en una sociedad más moderna, y con más tecnologías a nuestra disposición para mejorar nuestros estilos de vida, tengamos menos tiempo para vivir que nuestros antepasados.
La trampa de la urgencia
La prevención requiere de análisis, de detenerse y pensar. Muchos no quieren dejar de ser bomberos, por que entienden que sin las urgencias son irrelevantes, lo que hace que sea más difícil el hecho de abandonar una cultura que se hace más común en el día a día. No sólo a nivel de las personas, sino que también, en las instituciones que pudiendo resolver los problemas estructurales, se dejan arrastrar por los problemas coyunturales, es decir, más parches y menos cambios estructurales.
Dice Byung-Chul Han, necesitamos «demorarnos en lo importante» para que la vida deje de ser un campo de cenizas. En un mundo tan dado a lo aquí y ahora, la prevención es una herramienta capaz de ayudarnos a construir un presente que no queme.
Juan A. Pascual
Es un profesional, columnista y escritor apasionado por la cultura, los temas existenciales, la teología, filosofía y la literatura, especialmente el cuento y la narrativa. Se considera un aspirante constante en el ocio de pulir las palabras, reflexionar y escribir. Actualmente colabora en La Revista Palanca.