Imagínate a un muchacho de Baní que, antes de haber cumplido los 17, ya era catalogado como el prospecto internacional más prometedor del béisbol dominicano.
Ese jovencito firmó con los Tampa Bay Rays en julio de 2017 por unos espectaculares 3.825 millones de dólares; una cifra que sonaba lujosa, pero que años después resultaría ser, en retrospectiva, el anticipo más letal de lo que vendría.
1. El ascenso meteórico
Ese muchacho, Wander Samuel Franco, encendió el radar tan pronto llegó a las ligas menores. Su debut profesional fue en 2018 con los Princeton Rays, donde se vio una joya pura: bateó .374 con 11 jonrones y 57 impulsadas, ganó el premio de Jugador del Año de la Liga de los Apalaches y dio el ciclo en un juego como si fuera rutina.
Para 2019 ya era el cuarto mejor prospecto del mundo según Baseball America, rindió en Bowling Green y Charlotte, fue invitado al Juego de Futuras Estrellas y terminó el año con promedio de .327. La máquina estaba bien aceitada.
En junio de 2021, la fantasía se volvió realidad: subió a Grandes Ligas, debutó con un jonrón frente a los Red Sox y a los 20 años ya era el segundo más joven en hacerlo con los Rays.
Ese mismo año, firmó una extensión monumental: 11 años y 182 millones de dólares garantizados, con potencial de extenderse más; un contrato que lo marcó como el jugador más joven en firmar uno de seis cifras, un sueño para cualquier pelotero, un ticket asegurado para él y su descendencia.
Y en 2023, el cielo parecía eterno: fue seleccionado al Juego de Estrellas como reemplazo, y parecía encaminado a convertirse en el rostro de una franquicia. Pero el planeta empezó a girar en dirección opuesta.
2. La caída estrepitosa
Agosto de 2023 marcó el inicio del derrumbe. Surgieron denuncias en redes sociales sobre una supuesta relación con una menor de 14 años. Los Rays y la MLB reaccionaron rápido: Franco fue puesto en lista restringida —sin paga, sin uniforme— y luego en licencia administrativa. Su aplastante ascenso fue frenado en seco.
Entonces comenzó el proceso legal: el rumor se convirtió en acusación, y luego en juicio. En julio de 2024 llegaron los cargos formales: abuso sexual de una menor, explotación sexual y trata de personas.
Pero eso no era todo. Mientras esperaba el juicio, en noviembre de 2024 fue arrestado tras un altercado en San Juan de la Maguana: llevaba una Glock 19 registrada a nombre de su tío. Fue liberado bajo supervisión, pero el fantasma de la violencia volvió a cernirse sobre su futuro.
3. Juicio y condena deformada por suspenso
Al fin, en junio de 2025 llegó el veredicto: Franco fue hallado culpable de abuso sexual de una menor. La sentencia: dos años de prisión suspendida, siempre y cuando cumpla condiciones estrictas —sobre todo, mantenerse alejado de menores con fines sexuales—. El tribunal determinó que la víctima fue manipulada y ordenó la pena máxima para la madre, quien recibió diez años de prisión y pérdida de bienes.
La justicia dominicana le impuso reglas precisas: si rompe, va preso; pero mientras tanto, seguirá libre… con su vergüenza intacta e irreversible. Adicionalmente, el fallo complicó aún más sus opciones de regresar a EE. UU.: su condena es de un crimen que impide obtener visa laboral. MLB, por su parte, prometió concluir su propia investigación.
Paralelamente, en agosto de 2025, apenas semanas atrás, un juez dictó no ha lugar en el caso del arma. Cierre “oficial”, sí, pero el daño ya estaba hecho.
4. El nuevo episodio: madrugada y asistencia policial
Y llegamos al martes 9 de septiembre de 2025, otro paso descendente en esta tragedia humana. En plena madrugada, mientras los relojes avanzaban impiadosos, familiares pidieron ayuda policial no para arrestarlo, sino para asistirlo en su casa y trasladarlo a un centro médico en Santo Domingo.
Nada amarillista: no fue un arresto, fue un auxilio, una escena improbable donde quien alguna vez fue intocable fue tratado como cualquier mortal con dolor o confusión.
Fuente: Diario Libre
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