Como ya se había anunciado, en la tarde del pasado miércoles se produjo la esperada reunión del presidente de la República Dominicana, Luís Abinader, con los expresidentes Danilo Medina, Hipólito Mejía y Leonel Fernández, para tratar el espinoso tema de la inmigración haitiana en nuestro país, encuentro realizado en la sede del Ministerio de Defensa, acordándose crear, en conjunto, una adecuada política migratoria hacia Haití. Como habría de esperarse, las reacciones a favor y en contra no se hicieron esperar.
Mientras unos han saludado la iniciativa del gobierno presidido por Luis Abinader mostrando una actitud positiva, optimista y esperanzadora, en el sentido de que a corto, mediano y largo plazo pueda empezar a resolverse satisfactoriamente la actual crisis migratoria entre los dos países asentados en la misma isla, otros han respondido con una postura totalmente contraria, muchos hasta acusando y responsabilizando al presidente de turno y a los tres exgobernantes citados de la crisis migratoria.
Aceptando como cierto que en los gobiernos de todos ellos en determinadas ocasiones se hayan tomado algunas medidas inadecuadas que de una forma u otra han contribuido a agravar el problema en cuestión, también es cierto que el problema es de carácter histórico, surgido desde la fundación de ambas repúblicas y que, como es harto sabido, ha sido un gran dolor de cabeza permanente para nuestra nación.
En diferentes épocas, gobernantes de ambos países se han visto en la necesidad de firmar acuerdos bilaterales en procura de buscar soluciones amistosas y adecuadas para solucionar este problema sin mucho éxito. Entre las causas objetivas e históricas que creemos más han influído para que se dé la conflictiva y peligrosa situación migratoria hoy existente, se pueden citar las siguientes:
Por simple razón lógica de supervivencia, en naciones fronterizas los habitantes más vulnerables (económica y socialmente hablando) del país más pobre suelen trasladarse de manera permanente al menos pobre, utilizando todas las vías posibles; desde siempre, ha habido complicidad e irresponsabilidad de los militares fronterizos de ambos países, permitiendo la entrada frecuente de haitianos ilegales a nuestro territorio; muchos hacendados, empresarios e ingenieros contratistas dominicanos con frecuencia contratan a obreros haitianos, entre los que se cuelan muchos ilegales, lo que les garantiza un pago menor por la mano usada, con relación a si contraran a dominicanos.
Una buena muestra de que se trata de un problema histórico y no desde los últimos 25 o 30 años como quieren presentarlo algunos analistas y politicos de ahora, por ignorancia histórica u otras razones, solo hay que recordar el acto cruel y sádico del tirano dominicano Rafael L. Trujillo, de ordenar el asesinato de entre 12 mil y 15 mil haitianos incluyendo a mujeres y niños, en 1937, dizque para revolver el mismo problema.
Desde nuestro punto de vista, como historiador e investigador social no alcanzado hasta ahora por la mezquindad y el resentimiento político, y sobre todo en nuestra condición de dominicano, saludamos enhorabuena la iniciativa del presidente Abinader con la participación de los tres exgobernantes referidos, esperando que se incluyan representantes de otros sectores del país, como el empresariado, la clase trabajadora, las iglesias y la sociedad civil.
Ello, en procura de buscar soluciones viables frente a dicha crisis, dentro de lo legal y humano y con inteligencia, a fin de que se puedan mantener las buenas relaciones entre ambos pueblos y países, aunque con historias, lenguas, tradiciones y culturas diferentes, hermanos en la geografía y las relaciones comerciales. Con ello se estaría honrando, al mismo tiempo, la memoria histórica y los nobles ideales de Simón Bolívar y José Martí, enfocados en una América latina y caribeña solidaria y unidas entre sí.